Ritos paralelos : Recibíamos el año
nuevo con champán y zumo de naranja después de que mi padre nos despertara para
escuchar el concierto. De esa tradición no ha quedado ni el amor por la música
clásica ni por el champán, pero sí la costumbre de hacer zumo de naranja todas
las mañanas. Un zumo en el que, creo, sigo repitiendo ese rito todos los días, de
una forma íntima e inconsciente : el pasado parece gobernarnos con formas
sutiles.
Esta mañana, mientras en la
televisión del salón retransmiten el concierto de año nuevo, me tumbo en la
cama con Daniel para ver un episodio de las Supernenas : una raza de monos con
el cerebro desarrollado genéticamente trata de invadir la ciudad. Daniel, que
se sabe el capítulo de memoria, me lo va adelantando. Esa ventaja que tengo
sobre lo que va a ocurrir me proporciona un placer especial, como si los dos realmente
tuviéramos el poder de anticiparnos a lo que va a suceder. Efectivamente, uno
de ellos pilota un monstruo metálico. Efectivamente, otros atacan escupiendo
desde el cielo.
Tal vez no haya tanta diferencia. Como
dos cañerías que transportaran la misma sustancia.
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