Noche en la cueva
: Me hablan de un padre que se ha llevado a sus dos hijos pequeños a hacer
espeleología este fin de semana. Durmieron en una cueva. Los dos niños están,
desde entonces, alucinados.
Daniel, que está dibujando en su
cuarto, se acerca a verme. Me pregunta cuál es mi jugador favorito. Le digo que
Benzema, a pesar de que tengo que reconocer, como dice Juanma Trueba, que hoy
por hoy es más aroma que sabor.
-¿Y Raúl?
-Ya no juega.
-¿Cómo se escribe Kaká?
Cuando tiene toda la información
que necesita, se marcha.
Desde que me contaron la historia,
paso algunos ratos en esa cueva, imaginándome a los tres en sus sacos de dormir,
escuchando el eco de sus risas en la oscuridad. Ser padre te da una medida
exacta de lo que eres, de lo que sabes, de para qué sirves. A tus hijos les
transmites, también, todo aquello que tú nunca has hecho. Por eso conviene
hacer espeleología dentro de uno mismo y realizar un inventario completo de tus
limitaciones y , con él en la mano, asegurarse de que desarrollan la curiosidad
por esas opciones que tú no seguiste.
No he sido Zidane, ni puedo
enseñarle a convertirse en él, pero puedo hacer que quiera descubrir quién era.
Daniel me enseña su dibujo.
-Todavía me queda mucho.
No ha visto vídeos de Zidane ni de Benzema,
pero por la forma que tengo de hablar de ellos tiene claro quién está por
encima. Ha llegado el momento de sumergirse en Youtube y pasar una tarde con
Zizou.
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