Amor no
correspondido : Salgo de la floristería, que vive hoy su particular noche de
Reyes, con un ramo de rosas en la mano (seis), sin saber a quién entregárselo.
Mi corazón está dividido como las mitades de un campo de fútbol. En un lado,
Juanma Trueba, del As, anti mourinhista; en el otro, David Gistau, de El Mundo, mourinhista. Los dos madridistas y los únicos cronistas capaces de animarme el
día después de una derrota del Madrid.
Seis rosas, ya digo, porque al
escuchar el precio de la docena pensaba que las modelos de las portadas del
Playboy iban a presentarse con una rosa en el escote. La dependienta de la
tienda, feliz, envuelve el ramo en un plástico que corta de un rollo y
lo une con una pegatina en la que pone “Te quiero”.
-Si no las utilizo ahora, no las
gasto – se disculpa.
Estoy a punto de decirle que lo de
las rosas y la pegatina me parece un pleonasmo, pero no lo digo porque podría
pegarme con el ramo en la cara y con razón : parece la definición de una
enfermedad pulmonar. ¿Y quién va a romper el hechizo de este día en una
floristería recordando enfermedades? Para eso están las floristerías de los
tanatorios, no ésta. Aquí, al entrar, me reciben con una conversación en la que
se menciona el viagra y las vitaminas.
Salgo a la calle con el ramo, sin
saber muy bien si debo llevarlo boca abajo, como si me pesara la culpa, o bien
erecto, como el que lleva una espada y se dirige al castillo de las tortillas
francesas, los deberes de matemáticas y los cepillos de dientes. Juanma o David,
decía. Difícil elegir.
Escribe Trueba : “Nunca desprecies
un escudo con un diablo. Ni a los equipos con leyenda, ni a los fantasmas que
les dan aliento. En la Champions importa tanto el presente como la historia, y
el Real Madrid lo sabe mejor que nadie.”
Escribe Gistau : “Pero éstos,
contra ingleses, contra italianos, contra alemanes, sigue siendo los partidos
en los que cobra todo su sentido la mitología de Chamartín. Fue así incuso en las
épocas decadentes, incluso en aquellos tiempos de óxido en el sable en los que
el Madrí fue un caballero del Sur faulkneriano que se sentía extinguido pero lo
mismo montaba a caballo”
Un partido del Madrid no termina
hasta que leo sus crónicas. Sólo entonces cierro la carpeta y la coloco en la
zona de los casos resueltos, como el domador de versos al final de Leolo. Debería decir que es el Bernabéu lo que me
mantiene como madridista, pero no es el caso. Cosas que pasan. Si sigo pagando
el abono es para tomarme como personal todo lo que cuentan y no asomarme a sus
frases con la distancia del que lee las noticias de un país extranjero. Se dirá
que ser madridista por eso es como ir a un restaurante por lo bien que te deja
el coche el aparcacoches, pero no me importa. Esta pareja es capaz de
devolverte sin abolladuras un partido que tú les entregaste con varios agujeros en tu red. ¿A quién elegir?
Escribe Juanma : “No fue una ducha
fría lo que cayó sobre el Bernabéu, sino el Mar del Norte servido con cubitos
de iceberg”
Escribe David : “En ésas cayó de
improviso el gol del United, que no era la consecuencia de nada, que era como
un guijarro proyectado contra el parabrisas de un camión”
Ya es de noche. En la floristería
no dejan de entrar y de salir hombres. Los hay previsores, que viene a por un
encargo; los hay con las ideas claras; los hay que piden algo barato; los hay
que parecen entrar solo porque han visto que ahí hay movimiento y no saben
decirle a la dependienta si lo que les ofrece les gusta o no. Se hace extraño :
como ver una fila de hombres esperando frente a un probador. Pongo las rosas
hacia arriba. Si se me despertara el espíritu olímpico de Madrid, desgastado
tras tanta plegaria al COI, saldría corriendo por la acera tarareando “Carros
de fuego”. ¿Pero hacia quién correr?
Escribe Trueba : “El United
contestó con un contragolpe que pudo terminar en drama: Varane derribó a Evra
cuando se marchaba en solitario. Por fortuna para el Madrid, al árbitro le
pilló la jugada en un largo pestañeo.”
Escribe Gistau : “ En un Madrí que
jugó sin nueve, porque Benzema está tan lento que parece la repetición de sus
propias jugadas”
En fin. Dos tipos capaces con su
estilo de ponerles decimales a un partido para que el empate a uno de ayer se
quede en un 1,02 para el Madrid y un 0,97 para el Manchester que ablande la almohada y me permita dormir mejor.
Estoy un poco perdido. Con las críticas de cine no tengo este problema porque Rodríguez y Marchante son la misma persona : Oti. Me planteo
arrancar los pétalos de las rosas para que ellas decidan por mí. Juanma. David.
Juanma. David. Pero hacer eso delante de la floristería sería como estampar una
tarta contra el suelo después de haberle pedido al pastelero que se pasara una
noche dibujando un cuadro del Bosco con azúcar.
Al final admito que no puedo
elegir. A los dos los quiero por igual. Podría llevarle tres rosas a cada uno,
pero como son espabilados sabrían que las rosas se venden en múltiplos de dos y
sospecharían. Al final, cobarde, aplazo la decisión y pienso que estaría bien
presentarse con el ramo en casa. Bastará con disimular mientras María busca un
jarrón para que no se me note que la parte blanca de mi corazón les pertenece a
dos tipos que no saben ni que existo : el amor no correspondido.
Ayyyyy¡Qué dolor! estas infidelidades...¡Santa María la tuya!
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