jueves, 28 de febrero de 2013

Cruz en las dos caras




Cruz en las dos caras : La mala noticia es que la clase media va a desaparecer : unos podrán saltar a la placa de los ricos, que se alejará, y otros se quedarán en la del resto, donde habrá escasez de trabajo y de recursos. La buena noticia es que esta mañana al sacar la mano del bolsillo me he encontrado dos monedas de dos euros. Normalmente solo saco céntimos y una moneda rusa que no sé cómo ha llegado aquí y eso pensaba descubrir. Pero no : dos monedas de dos euros. ¿Era una señal?. Si, dos. Ha sido un día repleto de grandes cosas insignificantes. Para el que quiera caminar a mi lado mientras yo hablo solo, aquí va. Lo primero que escucho en la radio a las seis y diez es un tema de Nightnoise que me trae recuerdos de hace unos veinte años. Ramón Trecet. La carrera. La calle delante y el pistoletazo de salida. Mi cuerpo sentado en el baño y mi cabeza tan lejos. Más tarde, dejando de lado lo de las monedas, ya contado, al salir de casa me encuentro con dos vecinos a los que me gusta dar los buenos días. Hay muchos que, sin ninguna razón, me caen mal (y yo a ellos, solo hay que ver la cara que ponen cuando nos cruzamos), pero el “buenos días” de esta mañana me ha salido tan bien que parecía que estuviéramos en el Show de Truman. En el coche al ir a trabajar una conductora impaciente pega un volantazo para salir de la fila en la que estaba y casi me estrello con ella. Me ha llegado el olor de los neumáticos al frenar. Pasado el susto, he podido pitar y gritar y dar luces y ponerme a su lado señalándome la cabeza con el índice. ¡Fantástico!. Me he quedado nuevo, mucho mejor que la hora que he estado en el gimnasio. En Rock FM ponen “Black in black”, que se me queda en la cabeza hasta medio día. A la hora de comer traen el arroz negro cuando estoy en la cola y puedo estrenarlo, disfrutando de la abundancia mientras un tipo a mi lado, con corbata, rasca con fuerza los últimos restos de la fideua. La vida no es justa, lo sé yo y lo recuerda Bill Gates en el primer punto de un discurso. Una cuchara más de arroz. También la camarera que nos atiende está desbordada y tarda en traer los cafés, lo que hace que la tarde sea más corta. Y llueve. Y escucho a Lana del Rey, que le va muy bien a esta luz gris, a los árboles mecidos por el viento y a ese silencio de teclas y gente pensando. ¿Es todo esto?. No. El hombre que me atiende en correos, donde voy a recoger un certificado, es muy amable. Pon el sello de la empresa aquí, me dice. Y aquí. Y el DNI, por favor. Y buenas tardes. Buenas tardes. Ya en casa, decido que voy a hacer un festival del huevo : en tortilla, revuelto, frito. Lucía, de buen humor, se ofrece a ayudarme. Acaba de salir de la bañera y lleva el pijama puesto. Huele a jabón. Veo cómo remueve dos huevos en el cuenco, concentrada. Tan concentrada que tengo que quedarme a mirarla un rato. Joder, Lucía, si pudiera marcar puntos para regresar a ellos desde el futuro, este sería uno de ellos. Me pongo con lo mío y me sale una tortilla francesa perfecta : parece la sonrisa del anuncio de los Risi. Es una tortilla que te va a alimentar, pero que, primero, te va a poner de buen humor. Para María. La de Daniel sale peor, pero no importa porque la cubre de kétchup. Terminamos el día viendo un capítulo de Finn y Jake y tengo suerte porque en éste sale Arcoiris, la novia de Jake, a la que me encanta escuchar hablar japonés. Este es uno de los secretos de la serie. Deberían hace un spin off con este personaje. Luego, claro, el capítulo de Rodari para Daniel y el suyo, distinto, para Lucía. Una gran colección de hechos insignificantes a los que habrá que agarrarse porque las cosas nunca volverán a ser como las conocemos. 

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