El casting de “El Rey León” : En un
vídeo de TV3 del que se habla hoy se compara a los jugadores del Madrid con
hienas. Es algo que me molesta porque las hienas no tienen la
culpa de ser hienas. Juzgar moralmente el comportamiento de un animal significa
haberse quedado en una fase infantil del pensamiento, ésa que, después de ver
las hienas de “El Rey León”, te anima a ir a la redacción pensando que es una
buena idea : que además sea bien recibida significa que aquello debe estar
lleno de chiquillos que tienen en Clan, Boing o Disney Channel su referencia
intelectual. Para que lo entiendan : sería como criticar que una piedra, al
soltarla desde el quinto piso, caiga a la calle. El comportamiento de una hiena
tiene dentro la lógica de esa piedra.
Ese odio que quieren alimentar, y
en esto todavía tienen que aprender, debe ser un odio sin intermediarios. Hay
que dejar a las hienas fuera porque si, estando ya feo, se echa mano de ellas,
se admite que las imágenes de las entradas de los jugadores del Madrid no son
suficientemente convincentes. Para que también entiendan esto : es como
condenar a alguien a muerte y en su sentencia argumentar que a veces se le
olvidaba darle de comer a los peces (los de TV3 pueden echar mano de la imagen
de “Buscando a Nemo” para no perderse). Algo falla en esa condena.
Así que, eliminando a las hienas,
queda la camiseta y el escudo. Quedarse en esta segunda fase del odio puede
parecer lógico y ahí andan miles de hinchas de uno y otro equipo (los que, por
mi bando, me hicieron sentir bochorno cuando imitaron ruidos simiescos cada vez
Alves tocaba el balón el otro día en el Bernabéu). Uno ve el escudo del rival
y, como un perro adiestrado a una señal (los de TV3 pueden servirse de “La Dama
y el vagabundo”, para que sigan dentro de sus referencias, como bebés rodeados
por sus juguetes favoritos), segrega ese odio que cubre cualquier razonamiento
como una salsa que oculta un filete de mala calidad.
Para próximos vídeos, les propongo
a los de TV3 que intenten superar esta etapa. No es fácil porque se les ve muy
cómodos en la primera y sin muchas posibilidades de salir de ella : pero hay
que intentarlo, que la esencia de la vida es crecer, física e intelectualmente
(como el bueno de Simba, para que no se me pierdan). Hay una edad para ser
infantil y pronto empezarán a afeitarse. En tercera etapa, el odio se vuelve
más refinado. Es la fase, peligrosa, en la que se trata de odiar a un jugador
imaginándolo con otra camiseta. Se trataría de un odio ontológico, dirigido al
ser. Cosas de la edad, hice el ejercicio el otro día y me desactivó frente a
casi todo el equipo. ¿Les gritaría a Puyol, Piqué, Iniesta o Valdés, por citar
a algunos, si vinieran con otro equipo?. Mi respuesta fue que no. Digo que es
peligroso porque es como si uno se quedara sin nada. Ve a los del Barça y se
vuelve ajeno a ese clamor que le rodea en el Bernabéu y parece que se estuviera
perdiendo algo.
Se pierde en cantidad, pero se gana
en calidad. Del enfrentamiento en granel, a la antipatía en frasco pequeño,
porque sí tengo a un jugador que sé que me provocará los mismos sentimientos le
vea con la camiseta con la que le vea : el pobre Leo. Ése que, pasando junto a
Cristiano, escupe al suelo, como si lo hiciera frente a su espejo por no
devolverle la imagen de Ronaldo. Ese rencor es suficiente para llenar un vídeo
y enseñarlo en los colegios para que aprendan que, a pesar de los premios, los
niños pueden acabar como él. Como el tipo que por más balones de oro que se
eche a la espalda, siempre acudirá al casting del “El Rey León” sabiendo que el
papel protagonista se lo llevará Ronaldo una y otra vez, aunque se presente con
las manos en los bolsillos. Que aprendan así la moraleja de los dos que
buscaban premios : uno para llegar a un sitio que el otro quería dejar ya atrás.
Ojalá que en próximas ocasiones los
redactores de TV3 demuestren haber madurado. Tienen que hacerlo por ellos y,
sobre todo, por su público, para que aprenda la diferencia entre las hienas de
Disney y las de verdad y dejen a estas últimas en paz.
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