viernes, 22 de febrero de 2013

El futuro a cuestas




El futuro a cuestas : Esta misma lluvia, un domingo por la tarde sería deprimente : caería más por dentro que por fuera. Pero hoy el viernes me protege y me hace inmune, abriendo para mí un pasadizo como esos que recorren los acuarios para que les veas los huevos a los tiburones. Daniel va a mi lado con las manos en los bolsillos. Le digo que se cruce el abrigo porque ha elegido su favorito, que tiene rota la cremallera. Vamos despacio, fijándonos en todo porque la lluvia lubrica la mirada. En todo y en nada. Entramos en una tienda y compramos, entre otras cosas, un reloj de arena para medir exactamente los tres minutos que Daniel quiere estar cepillándose los dientes para que queden brillantes. Venga, vale. Después adelanta el reloj una hora y me dice que quiere cenar en un Mc Donald´s. Venga, vale. A la salida le advierto de que el suelo resbala, que es mejor que saque las manos. Mis consejos le deben llegar desde muy lejos porque no me presta atención, hasta que lo veo en el suelo y me mira sorprendido, como si yo viera el futuro, una habilidad que no es sino el resultado de acumular ya bastante pasado.

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