sábado, 9 de febrero de 2013

Un resfriado de ricos



Un resfriado de ricos : Cada vez que abro un paquete de pañuelos de papel tengo la impresión de estrenar resfriado. Llevo el coche lleno de ellos porque me vi obligado a comprar un lote (lote no es la palabra apropiada, lo sé, pero no voy a buscarla) con lo que me parecía una provisión de pañuelos para todos los resfriados de mi vida. En ese momento esa violencia por parte de la oferta a la que, como demanda, apenas podía oponer resistencia, me sentó mal. Pero luego he acabado haciendo las paces con esa gente de las grandes superficies : son como tu madre, saben más que tú. Cierto. Sabían que este resfriado iba a ser  más largo de lo habitual y que me vendría bien encontrarme pañuelos en cualquier parte del coche. Con tanto pañuelo puedo permitirme tener un resfriado de ricos y alargarlo sabiendo que todo estornudo tendrá su capa de celulosa para recibirlo. Me gusta, sobre todo, abrir el paquete tirando de la lengüeta azul y ver todos los pañuelos prietos, listos : el Universo, que me los ofrece como el que tiende su abrigo sobre los charcos para que no te mojes al cruzarlos.

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