sábado, 23 de febrero de 2013

El eje Marín-Ferrol




El eje Marín-Ferrol : Con la excusa de escuchar cómo va el Madrid, acompaño a mi hermano a la cocina, donde va a preparar una tarta de crepes. Al fondo del pasillo sigue el cumpleaños, del que nos alejamos un poco para acercarnos a Riazor. Me siento en una silla alta, con la copa de Asido en la mano, mientras veo que mi hermano ha encontrado el camino más corto desde los huevos y la harina a las crepes que va sacando de la sartén. Donde yo me perdería en un bosque de cáscaras rotas, restos de harina y bordes quemados, él se mueve con una precisión a la que sólo le falta, como a un fotógrafo seguro de su obra, colgar cada crepe en una cuerda al modo de la fotografía recién revelada. Capa a capa va saliendo la tarta.

El Madrid, por lo que oigo, se mueve por el partido como si el campo, igual que la sartén, también fuera antideslizante y no hubiera a qué agarrarse. Me doy cuenta de que quiero que gane el Madrid y que no pierda el Depor. En eso, soy como la tarta, con una crepe pidiendo una cosa y la siguiente la contraria. Si me alejo lo suficiente del Madrid, como ahora del cumpleaños, descubro que, de elegir un segundo equipo, ése sería el Depor : con ningún otro equipo me planteo una excepción a la regla merengue del ganar y, si es posible, machacar. Cosas de haber hecho el eje Marín-Ferrol en la mili y de que muy buenos recuerdos sigan clavados con chinchetas a aquella tierra.

Si tuviéramos más ingredientes, seguiríamos viendo la tarta crecer hasta alcanzar un tamaño al que Norman Foster daría su aprobación. También vi construirse las Cuatro Torres de la Ciudad Deportiva para descubrir ahora que parte de mi sacrificio, aguantando los interminables atascos que sus obras provocaban cada mañana, no sirvieron para nada porque empiezan ya a buscar la manera de deshacerse de alguna de ellas. De esta tarta sí que vamos a sacar más partido. Mi hermano coloca la última crepe y dibuja encima de ella un seis con chocolate.

-¿Cola Cao o Nesquik? – le pregunto, para que no se me escape ni un detalle y sepa que no he dejado de ser un buen alumno todo ese rato.

Pero los cocineros no revelan sus secretos. ¿Madrid o Depor? ¿Cola Cao o Nesquik?. Cuando la tarta ya está lista, con las velas dispuestas, el Depor mete un gol. Me alegro; después me cabreo; me vuelvo a alegrar; me vuelvo a cabrear. Para fijarme emocionalmente, decido adelantarme y regresar al salón, donde la referencias son más claras y uno no anda sometido a estos vaivenes sentimentales que provoca el fútbol.

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