A veces la radio pública cumple con su función. Esta mañana, por ejemplo, en “Hoy empieza todo” dedican una playlist a Kate Bush.
Y lo hacen a lo grande, poniendo “Hounds of love”, entero, a las nueve de la mañana. El martes por delante, los coches aparcados de cualquier manera en el colegio, el atasco de la rotonda, el indicador de la reserva encendido, la declaración de la renta pendiente, una mala noche de sueño a cuestas, el anuncio de un día caluroso, un choque de tres coches en el túnel, los rumores sobre la quita de Grecia en otras emisoras y un finiquito por calcular. Todo eso, sí, pero, a las nueve de la mañana suena “Hounds of love”.
Y me vuelve a parecer una canción perfecta de principio a fin. Una canción que, por su intensidad, conviene escuchar de vez en cuando, dejando que pase tiempo entre una y otra vez. Aquí está de nuevo esta mañana, intacta, poderosa, sugerente, como una modelo de Helmut Newton.
Cuando termina la canción sólo puedo hacer una cosa : apagar la radio. No espero que nada de lo que pueda venir después esté al mismo nivel. Igual que existen planes de obsolescencia programada, es probable que también haya una conspiración por mantener la mediocridad para que, como consumidor, no te sientas nunca satisfecho y pidas más y más.
Y no leas una frase de Tizón y decidas que ya es suficiente.
Y no escuches “Hounds of love” y te apetezca apagar la radio.
Y no escuches “Hounds of love” y te apetezca apagar la radio.
Por eso son necesarias emisoras como ésta, porque sólo las que no necesitan de los oyentes para sobrevivir puede permitirse este hara-kiri musical. ¿Quién va a aguantar después de este tema a otro pálido y tembloroso grupo indie?
Así que sigo conduciendo en silencio.
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