domingo, 29 de mayo de 2011

Todo es imposible

La relación de autores que firman esta mañana es larga : Juanma López Iturriaga, Soledad Puértolas, Benjamín Prado, Manuel Rivas, Almudena Grandes, Ángeles Caso, José María Guelbenzu, Javier Marías, Belen Gopegui, y Carmen Lomana. Artillería pesada con la que acabar con el palacio de invierno de la crisis. Autores y más autores que se enlazan por megafonía, como si anunciaran la salida de los vuelos. La terminal 2 de la literatura en pleno puente de semana santa.

Pero a quien no van a anunciar es a Jimmy Liao, lo que no me extraña porque yo no tampoco le conocía. Una de las ventajas de tener niños es que La Feria del Libro se reduce : con ellos no vas a hacer la peregrinación de todos los puestos pidiendo el sello a los que firman. Otra es que te obligas a centrarte en la literatura infantil, que es ésa que muchas veces parece escrita y dibujada por niños, viendo el nivel de lo que ofrecen.

Es así como nos paramos en un puesto en el que nos detenemos bastante tiempo : Ahí reconozco, en una portada, los dibujos del corto “La cosa pedida”.

-Shaun Tan – me dice el librero.

Y me ofrece dos libros : “El árbol rojo” y “Cuentos de la perferia”. Ve mi reacción y aprovecha el momento para enseñarme “Hermosa soledad”, de Jimmy Liao. Y en ese momento descubro a Jimmy Liao.

El librero me cuenta su historia. La de un hombre (un chupatintas, detalla el librero), que trabaja en una gran empresa, en la que no debe estar muy contento (eso lo añado yo) y que un día descubre que tiene leucemia.

¿Cuáles eran las probabilidades de que ese hombre, que nunca había dibujado nada para sí mismo hasta ese momento, acabara ilustrando un libro sobre su época en el hospital y que acabara en mis manos?

Yo diría que ninguna. Que, bien pensado y calculado, las probabilidades de todo son tan pequeñas que lo sorprendente es que las cosas sucedan, que existan.

Pero aprovecha el tiempo y empieza a dibujar. Y lo desarrolla hasta lograr un nivel sorprendente. Si supiera dibujar como él, dejaría de escribir. Este libro es el diario de su época en el hospital. Veo los dibujos y leo los textos. No se anda por las ramas. No es un libro de autoayuda. No va a hacer que tu corazón sea un órgano más esponjoso.

“Todos los buenos deseos luminosos y radiantes del mundo que me han mandado para darme ánimos durante mi enfermedad me producen ahora un hastío infinito. Pero no me atrevo a decirlo en voz alta porque tengo miedo de que, al rechazarlos, su energía luminosa y brillante se aleje de mí, impidiéndome recuperarme para siempre”

-Este no es un libro infantil – me dice el librero, como excusándose.

No sé si la historia es exacta. Tampoco quiero comprobarlo.

También pienso que si las cosas, a pesar de ser imposibles, suceden, es que todo es posible. Es la manera optimista de cerrar el razonamiento que se te ocurre cuando te pasas la mañana comprando libros infantiles y la tarde viéndolos. En todos ellos hay una serie de indicaciones, sugerencias y posibilidades que no se dan ya, con esa fuerza y falta de complejos, en la literatura adulta.

Llueve un poco, deja de llover y el resto del día hace muy buen tiempo.

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