Daniel se pide otro steak tartare. Es el segundo. El primero fue el de María, que se lo dio cuando él lo probó porque una madre hace estas cosas, sobre todo en un día como hoy.
En la mesa estamos mi madre, María, los enanos y yo, celebrando el día de la madre. A Javier le traen su steak tartare en un plato pequeño, porque es un local de raciones, y empieza a comérselo tranquilamente.
Es un placer ver comer a un hijo con ganas. Los que no tengáis hijos podréis ir a los Golem a ver la película mexicana “Año bisiesto”, sí, y os envidio, pero este placer os lo perdéis.
Si a pesar de poder ir a ver la película mexicana os hace ilusión esta comida en la que las mesas están llenas de madres de madres de niños en carritos al lado, junto y próximos a las mesas, con ramos de flores frescas bien envueltos, besos y más besos, fotos a las madres, a los niños, a todo el grupo, buen ambiente, y niños que juegan con el iPhone de los padres, que sonríen a las abuelas, que escuchan los comentarios de los padres, que comen sin prisas atendidos por unas camareras que parecen ellas mismas de la familia, entonces, si esto es lo que queréis, y os apetece ser parte de la escena dentro de, digamos, un par de años, os recuerdo que, en nuestro caso, hasta llegar a este punto, con Daniel comiéndose su steak tartar mientras todos le miramos, se produjeron unos cuantos requisitos. A saber:
Un espermatozoide recorrió 7,2 metros (lo que equivaldría a una distancia 270 kilómetros para una persona), María, entre otras cosas, produjo 843 litros de líquido amniótico para renovarlo cada tres horas, tuvo que crearse un corazón que a las dos semanas ya había bombeado once millones de veces, y preparado para bombear durante toda su vida 7.987 litros de sangre al día, moviendo la sangre por 99.000 kilómetros de vasos sanguíneos, y, una vez nacido Daniel, con más huesos de los que tendrá en su vida adulta, empezó ya el trabajo del primer año, en el que el enano se pasó 490 horas llorando, se tomó 319 litros de leche, o el equivalente de 1.019 biberones, produjo 143 litros de orina, y 39,2 kilos de caca, suficientes para utilizar, sólo en ese primer año, 2.910 pañales.
Toda esta información la dan en el primer capítulo de la serie “El cuerpo humano en cifras”. Os la ofrezco porque andaréis dedicando el tiempo a las series en vez de a documentales como éste. Así sabréis lo que os espera si después de ver la película mexicana os ponéis cariñosos con la ayuda de unos tequilas.
Daniel se termina su segundo steak tartare y, después de acabarse la mini hamburguesa que se pidió, dice que quiere otro steak más.
-¿Te lo vas a tomar?
Daniel dice que sí. Lucía, a su lado, se come su cuarta croqueta, a su ritmo, con esos dedos largos que le prestan parte de su elegancia a cualquier cosa que coja con ellos. Niega con la cabeza cuando le preguntamos si quiere más. Parece que esta mañana, antes de levantarse de la cama, hubieran decidido que Daniel comiera por los dos
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