domingo, 26 de junio de 2011

Benidorm (2)


1.Alguna vez grabarán Españoles en el mundo desde Benidorm.

2.A las diez de la mañana, una pareja de ingleses mira a la gente que pasa sin tocar la pinta que les han servido. Los dos tienen la cara del que acompaña a un famliar al médico para recibir los resultados de una prueba. Saben divertirse estos ingleses.

3.La versión en 140 caracteres de “Sobre la voluntad en la naturaleza”, de Shopenhauer, que no he leído a pesar de su gran título podría ser la imagen de un niño yendo y viniendo del mar con sus cubos para llenar una piscina que no deja de ceder en sus muros de arena.

Aquí, apenas empezamos a trabajar con la pala en la arena, nos encontramos con una piedra dura. Ya sabemos por qué se han podido construir todos esos rascacielos tan cerca del agua.

4.Una anciana en top less permanece inmóvil bajo el sol. Pasa el tiempo sin moverse, así que me imagino a los que limpian las playas por la tarde acercándose y comentando entre ellos :

-Una más.

Una chica que tenemos al lado se tumba al sol y se coloca una pequeña piedra negra sobre cada párpado.

5.En Mundomar puede experimentarse lo que dentro de poco será vivir en esta sociedad : si quieres dar de comer a lo leones marinos, pagas; si quieres acariciar a los lémures, te tienes que hacer una foto por la que tendrás que soltar cinco euros. Todo el personal es joven, guapo y con buen cuerpo, lo que le da a todo cierto aire de fábula de ciencia-ficción.

6.La abuela de una niña de rasgos chinos se acerca con ella para presentársela a dos amigas suyas, grandes y de muslos inmensos, que están sentadas en dos hamacas. El contraste hace que las ancianas parezcan más grandes y la niña más pequeña, pero esa diferencia se reduce cuando las señoras se señalan con el dedo y dicen su nombre y la pequeña repite el gesto consigo misma.

Es la primera vez que veo a una niña china tan morena. A su lado pasan dos niños de piel pálida con un bañador que les cubre desde el cuello a las piernas y una gorra con una tela en la parte de atrás que les protege la nuca. No sé si van a bañarse o a tratar de acabar con la fuga en una central nuclear.

6.La gente pasea por la playa y aprovecha para hablar. Andar no mueve el corazón, sino la lengua. Si los curas confesaran a la gente así, tendría muchos más fieles deseando confesar sus pecados.

Una mujer le dice a otra : Algún día te acordarás de lo que le estoy diciendo.

Una mujer le dice a su hija : La próxima vez os dejo el desayuno y me bajo a la playa y que os den por culo.

Yo les digo a los enanos : esta construcción no aguanta. Y Daniel va a por mis chanclas y las coloca como barrera.

7.Siempre que estoy en la playa aprovecho para leer novela negra. Esta vez empiezo “La chica de sus sueños”, de Donna Leon. Me cae bien Brunetti porque le pongo la cara de un profesor de la Escuela de Letras al que le tengo cariño, pero Donna Leon no me gusta aunque la admire : es capaz de llegar a la página noventa sin apenas haber contado nada. Echo de menos a Adamsberg y a Maigret.

8.Se podría hacer una buena serie de fotografías con los tatuajes que se ven en la playa. Un hombre mayor lleva en el pecho un caballero con lanza a caballo. No sé cuál sería su enemigo en el pasado, ahora parece que su objetivo es que no lo cubra el pelo blanco que crece sobre él.

9.¿Qué recordarán de todo esto mis hijos?

10. En el centro del casco viejo se reúnen una gran cantidad de restaurantes vascos. Quizás aguanten ahí por la similitud que existe entre la ikurriña y la unión Jack. Entramos en uno en el que somos los primeros en ocupar una mesa. La camarera que nos recibe tiene acento de un país del este. Es de nuestra edad y nos atiende con la mirada de una madre : sin decirnos nada nos mueve la botella de vino a una zona más segura de la mesa y le trae a Daniel el vaso con los dos hielos que le ha pedido. Ni uno más ni uno menos.

Está todo tan tranquilo en la sala que se escucha la campanilla con la que desde la cocina anuncian que un nuevo plato está listo.

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