sábado, 25 de junio de 2011

Benidorm

1.Paramos a comer en el restaurante que hay en la salida 19 de la A-31, junto a Pozoamargo. Todo lo que pedimos está bien. La camarera que nos sirve los platos repite “que les aproveche” después de cada uno.

A nuestro lado hay una familia con un hijo y una hija y una pareja de ancianos. La madre mueve con violencia la mano derecha, espantando una mosca que parece ver sólo ella. El niño lleva una camiseta de David Villa de la selección. El padre mueve nerviosamente las piernas, aunque de cintura para arriba aparente estar de lo más tranquilo. La hija se parece demasiado a la madre, lo que no me parece que sea bueno. Los abuelos mastican tranquilamente.

En la televisión están retransmitiendo otro premio cualquier de Fórmula 1 con neumáticos duros, blandos o una mezcla de las dos cosas. Qué más da. Para cualquier aficionado, éste debe ser uno de los mejores sitios para ver la carrera, mezclando las imágenes con el olor de gasolina que llega de los surtidores

En el sobre del café se anuncia un restaurante : “El sueño de Jemik”. Parece que el tal Jemik se lo propuso y lo consiguió.<

2.El recepcionista, de las Islas Canarias, se queja del nivel del turismo que llega aquí.


-Ahí en las islas el turismo que llega es más educado. Ahora les va lo de las casas rurales y ves que intentan por lo menos chapurrear un par de palabras. Aquí vienen en plan colonia. Tienen una zona aquí al lado llenas de pubs en las que miran mal a los españoles sin entran en sus locales. Y ayer uno se me puso a soltar eructos ahí mismo y tuve que echarle.

Acabo de asomarme a la terraza. Veo a una chica disfrazada de conejita. Detrás, un grupo de hombres con la misma camiseta blanca rodeando a otro disfrazado de mujer con un vestido negro.

Supongo que muchos ingleses deberían llamarse Benidorm.

3.En el ascensor del hotel alguien ha dejado caer cerveza. Le decimos a los enanos que no la pisen

4.Bajamos a la piscina nada más llegar al hotel. Los enanos llevan una bolsa de patatas cada uno con la intención de comérsela en la tumbona. Para eso están las vacaciones, pienso. Veo un cartel en el que un dibujo con una hamburguesa y lo que parece un vaso de un batido está cruzado por una línea roja.

-No podemos comer patatas, chicos.

Pero nada más meternos en la piscina veo a un grupo de ingleses tumbados en unas hamacas. Casi todos llevan el brazo izquierdo, del hombro al codo, tatuado. Parecen extras de “Gladiador” esperando para rodar una escena. Uno de ellos deja caer unas pastillas de un frasco en su manos izquierda y se las traga echando la cabeza hacia atrás, después bebe un buen trago de una lata de cerveza.

Hay latas de cerveza junto a las hamacas, en el césped, en la papelera. El anuncio debe ser literal : si no comes hamburguesas ni bebes batidos de chocolate, el resto está permitido.

-Si queréis, podéis tomaros las patatas – les digo a los enanos.

Poco tiempo después el socorrista, que ha bajado de su silla, nos indica que van a cerrar la piscina. A los enanos se les hace extraño que la cierren dos horas antes que la de casa. A mí también. Veo cómo el socorrista va despertando a los ingleses con mucho cuidado, como si les sacara ya de un sueño de resaca. Algunos no reaccionan. Un guarda de seguridad lo contempla todo desde la entrada de la piscina con los brazos cruzados.

5.En el paseo nos encontramos con una prima de María a la que o ve desde hace mucho tiempo aunque vive en nuestro barrio.

-Estábamos hablando de que éste es el paseo del coño, porque cada poco tiempo dices “Coño, mira quién anda por ahí”

5.Daniel no puede evitarlo y al ver la playa se quita los zapatos y prueba la arena.

-Está buena – dice.

Camina hacia el agua con un jabalí en la mano y mete los dos pies.

-Está buena – dice.

Y sale corriendo al encuentro de las olas. El sol se están poniendo y la luz es perfecta. El tipo de luz que te hace sentir bien si tienes una cámara en las manos y no dejas de hacer fotos hasta que llenas la tarjeta. Descubrir que te has quedado ya sin espacio libre en la tarjeta es como golpearte la cara con una puerta de cristal.

6.El taxista que nos recoge después de cenar se queja de que la gente piensa que todas las calles son peatonales. Avanzamos muy despacio, entre toda esta gente que va a intentar que la noche sea lo más larga posible. La nuestra, viendo los ojos de los enanos, ya se nos está acabando. Su queja es una forma de justificar los casi seis euros que marca el taxímetro cuando nos subimos.

Cuando salimos de la zona antigua, parece que estuviéramos recorriendo las calles amplias del Barrio del Pilar. Restaurantes, gestorías e inmobiliarias. Un buen resumen de la estructura de nuestro PIB. Llegamos al hotel y recuerdo que el mar está cerca. Me gusta esta mezcla, como el bacalao agridulce que he pedido en la cena.

María se despide del taxista y los enanos, ablandados por el cansancio, la imitan.

-Buenas noches – dicen los dos.

7.Me gustan las sábanas de las camas y cómo han colocado las toallas encima de una de ellas : la más grande debajo, la más pequeña, encima de todas.

8.La nevera está vacía. Metemos una botella de agua.

9.¿Cómo no me va a gustar esto? Es como estar en la Ciudad de los Periodistas, pero con el mar al fondo y el sonido de las gaviotas sobre el tráfico nocturno. Justo lo que echo de menos allí.

10. 01:32 : Ahora se escucha el sonido de una sirena. Son iguales que las de Madrid.

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