jueves, 2 de junio de 2011

Una merienda más


Versión A (Para los que estén hasta las narices de la literatura del yo) :

Recojo a los enanos de clase, nos vamos a merendar y, como llegamos un poco tarde a casa, tienen que hacer los deberes deprisa. En resumen : una merienda más.

Versión B (Para los demás y los otros, esos que aprovechan todo lo que sea gratis) :

1.Unos cordones.

En los tres campos de fútbol, los profesores dan clases a los chavales. En el que está al lado de la entrada, el profesor lleva coleta y una carpeta en la mano. Los dos equipos de fútbol llevan el mismo uniforme, pero él distingue en cuál juega cada uno.

-¡Llévatelo atrás y pasas! ¡Alejandro, cuidado con los cordones!

No trata a los niños como si estuvieran pasando un buen rato un jueves por la tarde. Parece que les estuviera preparando para un derbi. Me parece increíble la cantidad de consejos que da, cómo se fija en todos los detalles. Tantas cosas que hay que cuidar en un juego que, básicamente, es darle patadas a un balón.

Tengo la impresión de que, si no has visto lo mismo con un equipo profesional, te estás perdiendo algo importante.

2.Arena.

Mientras espero a que terminen su clase, me fijo en dos niños que juegan en el patio. El juego es muy sencillo : buscar formas diferentes de echarse arena por la cabeza. Con una mano. Con otra. Haciendo un cuenco con las dos.

Pienso en un bautismo de arena y en lo que podría significar.
Pienso en que en sus casas van a estar pisando arena mucho tiempo.
Pienso que esa debe ser una manera fantástica de sentirse libre, sin nadie que te diga nada.

Cuando creo que no se les va a ocurrir nada más, uno de ellos hace el pino y se frota la cabeza contra el suelo.

3.Besos.

No hay duda de qué clase es : se abre la puerta y empiezan a salir niñas chinas entre siete y ocho años. Sus padres adoptivos las mandan a este curso para que se acerquen a su idioma y no se alejen de su pasado

Una de ellas camina hacia sus abuelos, que están a mi lado. Ellos se la comen a besos, como si en vez de salir de clase, acabara de bajarse del avión. Creo que la frase se creó para este momento.

4.Grillos.

Camino de la cafetería, Daniel me dice que quiere ver a los grillos. Los grillos está ahí porque se les escucha sin problemas. Pensaba que serían animales nocturnos, pero, más que guiarse por la luz, es posible que lo hagan por el horario. De todas formas, las seis y media no me parece una buena hora para que los grillos hagan de grillos.

Obviamente, no sé nada de grillos.

Daniel escucha, coge una piedra y la tira hacia el sitio del que supone que viene el ruido. Quiere verles la cara. Empieza con piedras pequeñas y acaba lanzando las más grandes que se encuentra. Si quiere ver alguno, no debería matarlos antes.

5. Buenos días.

Me pido un cortado en la cafetería. Una de las preguntas para la que todavía no tengo respuesta es la que me vuelve a hacer la camarera.

-¿Cómo quiere la leche?

Da igual. Es para un cortado. Son unas cuantas gotas y que sea caliente o fría da igual. El tiempo que tarde en responder a esta pregunta puede ser más fiable que la interpretación del test de Roscharch.

Me tomo mi tiempo.

-El que tengas más a mano.

Aunque, como se trata de un cortado, es probable que tanto el recipiente de la leche caliente como el de la fría estén a la misma temperatura.

Bebo un sorbo. Lo suficiente para leer, en la parte interior de la taza, junto al borde, un “Buenos días”. Parece el tatuaje que se descubre al quitar una prenda

6. Filología.

Daniel quiere saber por qué a la caña de chocolate se la llama caña. A Lucíaa le da igual conocer el origen del nombre de su palmera. Le digo que puede ser porque se parece a las que hay en los estanques o a las que utilizan para pescar.

Daniel coge la caña con las dos manos y empieza a comérsela. Cuando se ríe, veo los dientes manchados de chocolate. Parece un anciano feliz.

Lucía me pide que le corte la palmera por la mitad. Por aquí, insiste, como si temiera que mi concepto de mitad fuera tan poco exacto como el de caña

7. El Marca de ayer.

No hay otra cosa que leer, así que le echo un vistazo al Marca de ayer, que está mas usado que la toalla de un boxeador. Si lo exprimiera, caerían gotitas de grasa

Leo que Mou lo controla todo : “Del repaso que le pegó al Madrid en sus primeros días como técnico blanco no se libró ni la nevera del autobús del equipo. Hasta ahí miró para ver qué bebidas había y decidir cuáles se eliminaban”

Es una pena que el periodista no complete esa imagen con la lista de lo que Mou acepta y lo que no. No sé qué pensaría Mou de mi nevera.

8. Un cliente pesado.

La dependienta le explica que las que ve son todas las tartas que tienen.

-Es que yo quería la Sacher pero con el tamaño de la otra.

Sigue un silencio en el que la dependienta parece buscar otra forma educada de decirle lo mismo a ese hombre con corbata que no parece entender que así es la vida y que hay que elegir.

9.Tomás Gómez.

Junto a la parada del tren ligero veo un cartel de Tomás Gómez. No sé por qué sigue ahí. Tal vez sea decisión del grupo de su partido que no deja de repetir “ya os lo habíamos advertido nosotros”

10.El juego de la falsa despedida.

Ahora les gusta jugar a que me marcho en el coche sin ellos. Nos despedimos, cierro las puertas y comienzo la maniobra. Los dos se parte de risa. Supongo que es algo parecido a dejarte caer de espaldas sabiendo que te va a coger.

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