miércoles, 22 de junio de 2011

Economía homeopática


Os advierto, desde ya mismo, que este post va a ser un poco aburrido, así que, si todavía no habéis recogido el árbol de Navidad, éste puede ser un buen momento para hacerlo.

El párrafo anterior no es una falsa entrada para hacerme el interesante y contar algo divertido. Vuelvo a advertir que esto va a ser un poco duro. ¿Por qué no llamáis a vuestra madre, que seguro que hace tiempo que os lo agradece?. Las madres, como los hijos, suelen agradecerlo todo. Somos el resto los que lo estropeamos todo.

Bueno, llegado a este punto, os diré que el tema es un poco árido (un ladrillo), pero que a mí me hace gracia. Tal vez por deformación profesional. Sin dar más rodeos, diré que, en plena crisis, está surgiendo un tipo de economista que propone un tipo de teoría económica homeopática para arreglar la realidad.

La economía homeopática propone soluciones muy bonitas, que agradan a todos, que Heidi podría llevar en su camiseta, que piden a gritos una pancarta, que hacen sonreír a las ancianas, que logran que asientan los puros de corazón, que encontrarían fácilmente una guitarra para acompañarlas, que brillan como el empedrado del camino a Oz, que son como caramelos de colores divertidos y que hasta es capaz de quitarte años.

Si presentas una teoría homeopática, eres un gran tipo, si te enfrentas a ella, eres un cabrón.

Hoy voy de cabrón porque me he encontrado a otro economista homeópata en un artículo del Cinco Días. Se trata de un Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Murcia (respetemos las mayúsculas, niños) que trataba de argumentar que una disminución en las cuotas de la Seguridad Social de las empresas no acaba provocando una significativa disminución en el precio final.

Os había avisado del ladrillo y aquí lo tenéis.

Es todo un ladrillo, pero aguantad un poco más porque es importante. Es importante porque las empresas soportan un 21% de coste adicional por cada persona que contratan. Llueva, nieve, salga quien salga en la portada de Interviu. ¿Por qué ese impuesto? Pues no lo sé, aunque esté bien claro para qué. Entiendo un impuesto sobre beneficios, pero no uno que grave así a una empresa que contrate a un trabajador.

Con ese dato en la cabeza, es importante destacar que, dado que el mercado interior, de gran lago va a convertirse en pequeña charca, para que las empresas sobrevivan es necesario que vendan en el exterior. No sólo mandamos a nuestros ingenieros a Europa, también enviamos nuestros productos y servicios.

Vale, ya estamos a punto de terminar. Una de las cosas que se proponen (Jordi Sevilla acaba de hacerlo hace unos días) es que se rebaje la cuota de la Seguridad Social de las empresa. No se habla de eliminar, sino de rebajar, para que las empresas puedan reducir sus costes y, manteniendo el mismo margen, poder salir al exterior.

En este punto, el catedrático afirma que eso no funciona porque, afirma, “la contención de salarios entre 2008 y 2011 ha permitido recuperar casi un 7% en costes laborales unitarios frente al conjunto de países desarrollados que se han reflejado en una ganancia de competitividad en precios al consumo del 0,7%”. Es decir, que con esa reducción del 7% sólo hemos mejorado un 0,7% frente al exterior. Para él eso es una muestra de que ese camino no sirve para nada, aunque no explica si eso puede deberse a que el resto de los costes de producción hayan subido en un porcentaje que haya anulado el ahorro vía costes salariales.

Si seguís vivos, aguantad, que queda poco.

Aún así, explica, hay empresas que sí han conseguido vender en el exterior sin contar con la ventaja competitiva de un precio más bajo. ¿Cómo? Aquí viene la receta homeopática : gracias al ingenio, el dinamismo y la innovación. Sonar, suena muy bien. ¿Quién no va a tatuarse estas tres palabras de manual de coaching en el pecho? Yo, el primero. No importa la estructura de costes que tengas si mantienes vivas esas tres llamas. A lo mejor, no sé, esas empresas importan parte de sus componentes de países con mano de obra más barata y por eso pueden competir, pero eso no lo sabemos. Apple, sin ir más lejos, derrocha ingenio, dinamismo e innovación pero tiene a los chinos montando iPad tras iPad.

Uno puede ser homeópata cuando no tiene entre manos a un enfermo de verdad. Así cualquier puede correr por el campo lanzando flores. El problema de la Seguridad Social, actualmente, no es sólo un tema de costes, sino de tesorería. Cualquiera que haya vivido una empresa por dentro sabe que la deuda con la Seguridad Social no se puede retrasar. Hacienda sí lo permite, pero la Seguridad Social no. Y con el crédito de los bancos a cero, queda el recurso de acudir a un ICO, que te financia a un 7%. Todas las alarmas se dispararon con Grecia cuando llego al 7% de intereses con su deuda, pero, claro, una cosa es una empresa y otra un país.

Dicho todo esto, os recomiendo que, en temas de economía, siempre pidáis cifras y que penséis un poco en ellas. Decir a estas alturas que hay que cambiar a un modelo sostenible, verde y basado en el conocimiento es lo mismo que reconocer que no se tiene ni puta idea de qué hay que hacer. Todo el mundo señala el horizonte pero nadie sugiere cuál puede ser el camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario