Recorremos los pasillos del Toys 'R' Us con Lucía y Daniel. Los dos tienen el dinero de su cumpleaños en el bolsillo y quieren gastárselo, como si temieran que fuera a perder valor conforme pasan los días.
Toys 'R' Us es, para ellos, la tienda de la jirafa, porque tiene una grande en la entrada. Nosotros les corregimos y le decimos que no, que se llama Toys 'R' Us, como si los de Toisarás (estoy cansado ya de escribirlo bien) nos pagaran por mantener limpio su nombre. Pero qué obedientes somos. Tan obedientes en estas cosas, ¿cómo no vamos a portarnos tan bien con los bancos, que no nos dan dinero, no, pero le pagan la gasolina a Fernando Alonso para que llegue el tercero?. ¡Échale Red Bull en el motor, hombre, que de tan evidente hace daño!
A lo que vamos. En los pasillos, con los miles de juguetes en el toisarás (sí, también le quito la mayúscula) y dos niños con dinero en el bolsillo. Intentamos desarrollar un poco de empatía y les decimos, casi, casi de corazón :
-Tomaos el tiempo que queráis.
Lo que hace que sonrían, claro, que a veces las buenas obras tienen su recompensa. Paciencia. Ellos lo ven todo, como si, en el fondo, fueran inspectores comprobando algo. Para que el placer sea completo, tenemos que estar a su lado. Empiezan por la zona de los Playmobil y, sin dejar nada si ver, pasamos de sección en sección.
Siete años, viernes por la tarde en una tienda de juguetes. Intento encontrar la traducción de esa frase empezando con “Cuarenta y dos años”. No es difícil. Cuarenta y dos años, viernes por la tarde, una copa de un vino nuevo y un libro de Pennac por comenzar.
Seguimos a los enanos como fieles escuderos o sirvientes de un rey, atentos a los caprichos, a los comentarios. Prestos a repetir una exclamación o a compartir la admiración por lo que se expone. Intento ser fiel, pero en el fondo no dejo de pensar en la cantidad de juguetes estúpidos que se fabrican. Tantos recursos para esto.
-¿Deciáis?
-Nada, mi señor, esa pista para coches es muy bonita.
¿Pista para coches? ¿Para qué quiere una pista si tienes un pasillo? Un coche de juguete es feliz con un pasillo, eso lo sabe cualquiera. Si le metes en un circuito donde al final se lo come un tiburón se deprime. Los coches se deprimen. Tú te deprimes. Aunque no lo parezca, el coche es feliz chocándose por las paredes del pasillo, perdiendo ruedas, puertas y cristales. Lo pienso pero me lo callo, por respeto a los reyes.
Terminamos donde empezamos, donde los Playmobil, que es algo que todos sabíamos pero no habíamos dicho. Ellos ven las ilustraciones de las cajas y nosotros les damos la vuelta para ver qué es exactamente lo que contienen. Es lo mismo que ver un espectáculo de magia o que te cuenten el truco. Ellos están a un lado y nosotros a otro. La cigarra y la hormiga. La fe y la razón. El sol y la luna. La imaginación o la deducción. La inspiración o la ley. El plato o la receta. El escaparate o el inventario. El arte o la vida. Siete años o cuarenta y dos.
Todo nos parece caro por lo que ofrecen, pero eso es algo que ellos no valoran. Si traduces esos precios a pesetas, para poder echar mano de tu memoria, te dan ganas de precintar la zona y pedir a alguien que levante acta o lo que sea. Es su dinero, nos decimos, así que no tratamos de que cambien de opinión porque es posible que amenacen con otra vuelta más lenta por el toisarás.
Lucía se lleva una casa. Daniel un hidroavión con una ballena y un delfín
Y, para que este post sea educativo, diré que Julio César se trajo la primera jirafa a Europa de sus campañas por África. Esto seguro que no lo saben los de toisarás. Lo pone en la wikipedia, lo sé, pero a ver quién, por las buenas, va a teclear jirafa en el wikipedia y se va a leer el artículo.
Todavía queda tarde para ese vino y ese libro de Pennac.
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