viernes, 30 de septiembre de 2011

"Maigret en la pensión", de Georges Simenon


Termino este libro en mi McDonalds favorito. Puede parecer un sitio extraño, pero es lo suficientemente tranquilo como para que, unas mesas más allá, dos hombres estén echando una partida de ajedrez. En la televisión juegan el Celtic y el Udinese en un partido que comenta Maldini, lo que da igual porque no tiene volumen. Ver un partido en silencio tiene un efecto terapéutico.

También lo tiene leer a Simenon en estas novelas de Maigret en las que no hay ni teléfonos móviles, ni ordenadores, ni asesinos en serie, ni persecuciones, ni crímenes macabros, ni conspiraciones, ni análisis de ADN, ni punkies psicópatas con un collar de perro en el cuello, ni pistas con forma de puzzle, ni grandes poderes en la sombra.

Leer novela negra de Simenon es como ver el fútbol sin volumen, lo que puede provocar muchas reacciones, algunas entusiastas y otras alérgicas. En mi caso tengo que admitir que mi admiración por el estilo de Simenon y sus historias se parece ya bastante a la veneración, con lo que entro en lo más profundo de la subjetividad, rozando ese tipo de experiencia mística de la que los entendidos salen incapaces de decir una palabra.

Antes de quedarme sin palabras ,tengo que elogiar la capacidad de Simenon de elegir personajes, de crearse un escenario y de fabricar un crimen en un ambiente casero, donde no huele a sangre ni a pólvora, sino a tabaco de pipa, vino blanco y guisos caseros. Leer a Simenon es como comer en Casa Paulino, con manteles de papel pero con una calidad en las materias primas que atrae toda tu atención.

En este caso, Maigret tiene que pasar unos días en una pensión de París para buscar pistas sobre el intento de asesinato de sus hombres. Las mujeres salen a la compra, para llamar por teléfono hay que dejar una moneda en una caja, en el restaurante ponen cordero dos días seguidos, la dueña de la pensión no deja de reírse, todos los inquilinos viven sus vidas esperando la oportunidad de mejorar y por la noche Maigret es capaz de reconocerlos a todos ellos por los ruidos que le llegan desde sus cuartos antes de dormir.

La acción : Maigret se dedica a tomar notas en su cuaderno sin llegar a ninguna parte porque, afortunadamente, aquí no existe internet y sólo se puede mirar y mirar hasta que llegue una pista que quizás no se presente. Sin prisas. Cómo me gusta cómo maneja Simenon el tiempo, la poca prisa que le mete. Parece un niño comiéndose un caramelo con cuidado, para que dure todo lo que haga falta.

Admiro tanto a Simenon y a Maigret, y no sé en qué orden, que no voy a decir nada más de la historia. Solo añadiré, claro, que la pista acaba apareciendo como un premio a la atención, a la paciencia, a la esperanza. Un simple detalle que están a punto de pasar por alto y que sirve para tirar del hilo.

“Maigret tenía el extremo del hilo y notaba un hormigueo en el pecho. Su único temor era que la mujer que tenía delante se encerrase en el mutismo”´

Detrás de esa pista hay una historia que justifica la paciencia de Maigret y el tiempo que le dedicamos al libro. Con Maigret uno va aprendiendo que, aunque la realidad tenga la apariencia de una pensión, debajo o enfrente hay una relación que contar en la que, ya ves, aparece el sexo, la codicia, la pobreza y la estupidez. Una relación que en esta novela termina en un final elegante, ajustado, perfecto.

Veo que el Celtic ha metido un gol, de penalti. Y que el McDonalds se va llenando de niños, que es lo suyo. Ahora suena una versión de Tracy Chapman. Una camarera va regalando globos de colores a los niños. Y el olor de las hamburguesas me recuerda que empiezo a tener hambre. Pero hay que ser paciente y esperar a que me llamen para ir a recoger a Lucia, que está pasando la tarde con una amiga, dejándome que yo pase la mía aquí con Simenon.

Uno de los jugadores de ajedrez le hace una fotografía al tablero. El otro guarda las piezas. Se marchan hablando entre ellos, de buen humor.

Si Simenon hubiera vivido en esta época habría podido titular uno de sus libros "Maigret en el McDonald´s”. No habría podido tomarse un vino blanco, pero con un café de un euro habría pasado la tarde como yo, sin ser molestado.

La llamada para recoger a Lucia no llega. Como el niño de al lado se descuide le quito la hamburguesa.

1 comentario:

  1. A partir de septiembre de 2012, la editorial Acantilado emprenderá la publicación de la obra completa de Simenon. Los primeros títulos serán: Los vecinos de enfrente, La casa del canal, El perro canelo y El gato.

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