1-Me tomo un cortado en el café en el que escuché la conversación sobre la copa de Magno para hacerle una foto a la taza y así añadírsela a esa entrada. Pido el café, le hago la foto, y me lo bebo. Acciones sencillas, sí, pero que hay que hacer en el orden correcto. Hoy, no sé por qué, no me ponen chocolatina con el café. Tal vez porque sea una deferencia que hacen sólo con los nuevos y cuando vuelves por segunda vez te conviertes en un habitual, cosas de la crisis, supongo.
2-Me pongo en contacto con una comercial de DELL para gestionar un pedido. Me gustaría saber cómo se siente después de que HP haya anunciado que va a tratar de vender sus empresas de ordenadores (DELL y Compaq) por ofrecer sólo un 5% de rentabilidad. La chica es muy amable, como si todo fuera de maravillas.
3-Pido ensaladilla rusa de primero y me la sirven en forma de bloque. Acepto la que viene en forma redonda y, claro, la de bola de helado de toda la vida. Sé, nada más verla, que no me va a gustar y no me equivoco. Es la primera ensaladilla rusa sin mayonesa que me como. A lo mejor es una receta de Merkel para que ahorremos. Para que Angela, no me regañe, me la termino sin decir nada.
4-Me cuentan que mi hígado puede ser graso. El médico me palpa la zona del hígado como si quisiera amasarlo. Le voy a decir que la forma me da igual, pero las batas, menos las de baño, me cohíben. Me dejo hacer, quejándome hasta cuando no me toca, lo que le desconcierta un poco. Ve en lo análisis, en los que todo está bien menos la variable del vino tinto, que la debo tener alta y tirando a Ribera. Asiente, sin valorar mi detallado consumo de fin de semana. Al final, cuando me cuenta lo del hígado graso, me siento como una oca lista para el sacrificio.
5-Hablo con mi madre, que está de viaje por Bosnia y Croacia y cualquier país nuevo que pueda haber surgido por la zona en lo que termino esta frase. Me dice que hace calor, que hay muchos turistas y que no hay mucho que ver. Me sorprende cuando, tras esos comentarios, se despide diciéndome que se lo está pasando muy bien.
6-Voy al Corte Inglés a comprar un regalo. Son las nueve y media de la noche. Creo que nunca he estado en un Corte Inglés a estas horas. Me siento un poco mal por encontrarme ahí, como si por tipos como yo que dejan sus compras para última hora todas esas mujeres no pudieran estar ya en sus casas bañando niños o tumbadas en el sofá leyendo. Si me fijo, puedo ver cómo, disimuladamente, van mirando sus relojes.
7-Descubro que no sé qué postura es la mejor para demostrar que no vas a robar nada. Con un vigilante del Corte Inglés detrás de mí, siguiéndome como si no me siguiera, empiezo a hacer movimientos a lo Woody Allen. Yo mismo me parezco sospechoso. No sé el tiempo medio que debe pasar uno delante de una vitrina para que el vigilante no murmure un código al micrófono de su hombro. Si estoy mucho, puede pensar que busco la mejor manera de robar algo. Si poco, que en el fondo no tengo interés por nada y que lo que quiero es llevarme algo en un descuido. Me meto las manos en los bolsillos, las cruzo, las dejo caídas, las apoyo en una vitrina. Entré inocente en el Corte Inglés y salgo culpable.
8-No veo a Guti en la alineación del Besitkas, así que pierdo el poco interés que tenía en el partido del Trofeo Santiago Bernabéu. Envidio a la gente que, en el campo, celebra el partido como si fuera una fiesta. Iba a añadir algo irónico, pero no lo encuentro. La envidia es sincera.
9-Daniel y Lucía nos cuentan que han construido una ciudad para los juguetes que ocupa medio patio. Por la excitación con la que la describen debe ser la primera obra de ingeniería infantil que se vea desde el espacio. Puestos a envidiar, también envidio a mis hijos.
10-Ya en la cama, leo un poema de “La manera de recogerse el pelo” sobre alguien que da una fiesta porque ha dejado de escribir. Quitarse obligaciones es bueno, pero es como hacer reformas en casa : si, por hacer sitio en tu cabeza, te llevas por delante la columna que no es, el techo se te puede caer encima. Hay que pensarse muy bien esas fiestas.
2-Me pongo en contacto con una comercial de DELL para gestionar un pedido. Me gustaría saber cómo se siente después de que HP haya anunciado que va a tratar de vender sus empresas de ordenadores (DELL y Compaq) por ofrecer sólo un 5% de rentabilidad. La chica es muy amable, como si todo fuera de maravillas.
3-Pido ensaladilla rusa de primero y me la sirven en forma de bloque. Acepto la que viene en forma redonda y, claro, la de bola de helado de toda la vida. Sé, nada más verla, que no me va a gustar y no me equivoco. Es la primera ensaladilla rusa sin mayonesa que me como. A lo mejor es una receta de Merkel para que ahorremos. Para que Angela, no me regañe, me la termino sin decir nada.
4-Me cuentan que mi hígado puede ser graso. El médico me palpa la zona del hígado como si quisiera amasarlo. Le voy a decir que la forma me da igual, pero las batas, menos las de baño, me cohíben. Me dejo hacer, quejándome hasta cuando no me toca, lo que le desconcierta un poco. Ve en lo análisis, en los que todo está bien menos la variable del vino tinto, que la debo tener alta y tirando a Ribera. Asiente, sin valorar mi detallado consumo de fin de semana. Al final, cuando me cuenta lo del hígado graso, me siento como una oca lista para el sacrificio.
5-Hablo con mi madre, que está de viaje por Bosnia y Croacia y cualquier país nuevo que pueda haber surgido por la zona en lo que termino esta frase. Me dice que hace calor, que hay muchos turistas y que no hay mucho que ver. Me sorprende cuando, tras esos comentarios, se despide diciéndome que se lo está pasando muy bien.
6-Voy al Corte Inglés a comprar un regalo. Son las nueve y media de la noche. Creo que nunca he estado en un Corte Inglés a estas horas. Me siento un poco mal por encontrarme ahí, como si por tipos como yo que dejan sus compras para última hora todas esas mujeres no pudieran estar ya en sus casas bañando niños o tumbadas en el sofá leyendo. Si me fijo, puedo ver cómo, disimuladamente, van mirando sus relojes.
7-Descubro que no sé qué postura es la mejor para demostrar que no vas a robar nada. Con un vigilante del Corte Inglés detrás de mí, siguiéndome como si no me siguiera, empiezo a hacer movimientos a lo Woody Allen. Yo mismo me parezco sospechoso. No sé el tiempo medio que debe pasar uno delante de una vitrina para que el vigilante no murmure un código al micrófono de su hombro. Si estoy mucho, puede pensar que busco la mejor manera de robar algo. Si poco, que en el fondo no tengo interés por nada y que lo que quiero es llevarme algo en un descuido. Me meto las manos en los bolsillos, las cruzo, las dejo caídas, las apoyo en una vitrina. Entré inocente en el Corte Inglés y salgo culpable.
8-No veo a Guti en la alineación del Besitkas, así que pierdo el poco interés que tenía en el partido del Trofeo Santiago Bernabéu. Envidio a la gente que, en el campo, celebra el partido como si fuera una fiesta. Iba a añadir algo irónico, pero no lo encuentro. La envidia es sincera.
9-Daniel y Lucía nos cuentan que han construido una ciudad para los juguetes que ocupa medio patio. Por la excitación con la que la describen debe ser la primera obra de ingeniería infantil que se vea desde el espacio. Puestos a envidiar, también envidio a mis hijos.
10-Ya en la cama, leo un poema de “La manera de recogerse el pelo” sobre alguien que da una fiesta porque ha dejado de escribir. Quitarse obligaciones es bueno, pero es como hacer reformas en casa : si, por hacer sitio en tu cabeza, te llevas por delante la columna que no es, el techo se te puede caer encima. Hay que pensarse muy bien esas fiestas.
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