martes, 9 de agosto de 2011

Sandía en el desayuno


Vacaciones.

En el desayuno, Lucía me pide que le prepare los trozos de sandía. Elijo seis o siete (seguramente seis u ocho porque prefiero los números pares) y los voy dejando en un plato que llevo a la mesa. Corto cada trozo en cuatro o cinco más pequeños y con la punta del cuchillo le voy quitando las pepitas. Lo hago sin prisas. Lucía espera tranquila. Sólo cuando no veo ninguna sombra negra dentro de la carne roja de la sandía dejo el trozo en el plato de Lucía. Lucía pincha cada trozo, se lo lleva a la boca y lo mastica lentamente, pensando en algo que, seguro, no tiene nada que ver con la sandía.

Estoy seguro de que en alguna mañana de invierno, calculando el tiempo que queda para despertarles, me acordaré de este desayuno.

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