Por la noche me dice : “Te traigo un libro para que lo leas”. Y de una bolsa saca “I am the wind”, la obra de teatro de Jon Fosse de la que hace unos meses leí la crítica. Estamos sentados en una mesa del Vagón, un local de copas que está junto al castillo de Burgos. Una cerveza, un mojito, con gin tonic. Es la una de la madrugrada y por las mesas corren algunos niños. No es difícil escuchar a alguien que comente que una noche como ésta, en la que puedas estar con manga corta, no es normal en estas fechas.
Por la mañana le encuentro en la cocina, cortando croasanes por la mitad y tostándolos. Aprovecho para meterme en el cuarto en el que tiene los libros para fijarme en los títulos. Mucha poesía y teatro y arqueología. En el suelo, un libro de Carver con un marcapáginas. Al verlo siento este cuarto algo mío, como si me encontrara con una fotografía de un lugar en el que he estado.
Vuelvo a la cocina, en el momento en el que María, recién duchada, se asoma para desayunar. Retomamos la conversación de anoche sobre esos momentos en los que, habiendo logrado algo, tienes que abandonarlo para seguir creciendo. Intentamos hablar pero el fondo, lo que realmente queremos decir, se escapa, quizás porque no lo tengamos claro o porque no lo sepamos. En cualquier caso, siempre es mejor que estar callados.
En la nevera hay un calendario con una fotografía del teatro romano de Milos.
De vuelta a casa, me leo “I am the wind”. Descubro que se trata de la confesión de alguien (“El otro”) que vuelve una y otra vez a rememorar los últimos momentos con un amigo (“El uno”) después de haber sido incapaz de ayudarle con sus palabras, tratando así de descubrir algo que quizás no exista. Tal como está construida la obra, con la información que se da, se puede decir que tanto “El otro”, como el lector, son la misma persona y lo que el autor propone en la obra es : “¿Qué habrías hecho tú”?.
El uno : “That´s what I think. I think maybe all words are like that but the essence of something how it really is you can communicate that because right that´s not a word is it”
Además de croasanes, en el plato que ha colocado en la mesa del desayuno hay galletas y un trozo de pastel cortado en trozos. Todo en el plato está ordenado, como en el resto de la casa. Se podría decir que estamos alimentándonos de ese orden.
Volvemos a hablar del futuro, de las decisiones, de las cargas, del miedo, del cambio, del pasado, de la suerte que se busca, de las coincidencias, de los proyectos y del riesgo. No nos acercamos a esa esencia, pero no importa. Sí importa saber que no te vas a acercar y que a pesar de eso hay que hablar.
El uno : “I know there´s no point in saying anything really, but, but I, I´m alive so I´ve got to say something”
Quizás por eso existan los ritos, como éste de desayunar juntos, que vaya más al centro de algo para lo que no existan las palabras adecuadas, o tal vez sí existan pero usadas de una forma que no sabemos.
Si se juega a ver la realidad como un continuo esfuerzo de la gente por comunicarse con palabras sospechando que esas palabras apenas dicen nada, los gestos cobran otro valor.
El uno : “Everything´s so visible, everything can be seen, the things that people hide with what they say, the things maybe they don´t even know about themselves. I see all of that”
¿Por qué, si no, en el momento de despedirnos nos dice que esperemos y se marcha un momento para regresar con dos tortas en una bolsa?
Un libro por la noche, unas tortas por la mañana.
El uno : “An image should say how something is because you just can´t say it any other way. That´s the whole point of it I suppose”
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