lunes, 22 de agosto de 2011

"Super 8", de J. J. Abrams


Voy a empezar esta crítica por el final por si acaso hay alguien que tenga que llevar a la hija al dentista o haya quedado con la hija del dentista y así pueda ser puntual. Lo único super de esta película es el título y lo de ocho debe hacer referencia a la edad media necesaria para disfrutar de ella. Dicho esto, advierto que, para seguir con el escalpelo, voy a tener que destripar al marciano, digo a la película, por lo que recomiendo, si todavía no es tarde, que no sigan leyendo.

La película es la historia de unos adolescentes que, rodando una película, graban un accidente de ferrocarril y a un marciano saltando de un vagón. Los militares acuden al pueblo en busca del marciano, que dicen que es suyo. El marciano se esconde, mandando el mensaje de que él no es de nadie y en ese juego que se montan uno y otro, pasan ciento veinte minutos. Uno tras otro.

Todo esto se cuenta desde el punto de vista de un grupo de niños muy diferentes y muy unidos en lo que tiene que ver con el cine y con la admiración de la chica que se buscan como actriz. En el 75, el tema de las cuotas no se respetaba, por lo que se ve. Los chicos andan en esa fase de su vida en la que uno descubre el amor, la muerte, la importancia de la amistad y la necesidad de definirse, para lo que viene muy bien que un marciano ande suelto por la ciudad. Cuando uno es un niño, ve un marciano, cuando crece, los ve por todas partes, pero eso es otra historia.

Gracias a las pesquisas de los niños, descubrimos la historia del marciano, que es bueno, a pesar de que no deja de comerse todo lo que lleve dentro un corazón. El marciano era de por sí bueno, insisto, pero se le pinchó la nave espacial y cuando arreglaba la rueda en un pueblo de EEUU (la historia sería diferente de haber caído en Los Hinojosos, allí por Cuenca) le pillaron los militares, que empezaron a hacerle análisis de sangre y otras pruebas. En esas estaban cuando un científico con sentimiento de culpa provoca el accidente del tren para que se escape. Y como el marciano es bueno, ya lo hemos dicho, los niños le dan el empujón final para que se marche a su mundo. Si el marciano está casado, la excusa que va a poner por llegar tarde no se la va a creer su mujer. Fin.

Otras películas que ponían en otras salas : Conan el bárbaro, Manuale D´amore, La boda de mi mejor amiga, Zooloco, Capitán América : El primer vengador, El origen del planeta de los simios, Linterna verde, La víctima perfecta, Los pitufos y Paul.

Se me había olvidado decir que el marciano quería comerse a la niña actriz, pero al final no lo hace, no sé si porque no tenía hambre o porque era bueno. También se me han olvidado algunas cosas, pero no son importantes. Lo peor es que las que he contado tampoco lo son.

Si a uno le gusta la película dirá que, además, hay un montón de referencias a otras películas. Hay tantas que es posible que encontremos alguna al anuncio de Villarriba y Villabajo. Yo, como no me ha gustado, diré que no son referencias, sino falta de imaginación o cansancio o más de lo mismo. Creo que J.J. Abrams ha hecho la película que le hubiera gustado ver de niño, pero es que las cosas han cambiado un poco desde entonces.

Como ésta es una película con marciano, cómo sea este marciano influye mucho. No puedes ponerlo de adorno porque los ojos se te van al marciano, como si el domingo, cuando vas a comerte una paella a casa de tu madre, ves un masai sentado a su lado. La paella puede estar cojonuda, pero no dejarás de pensar en el masai. En esta película la paella son los niños y el marciano es el masai, por si me estoy volviendo espeso, que todo puede ser.

Y a mí, por decirlo pronto, sólo me valen los marcianos que son unos hijos de puta, porque yo me alimenté de las babas del Alien de Riddley Scott y cuando has probado eso, no admites que un marciano pueda ser un embajador de una ONG. Además de hijos de puta, deben ser inteligentes, y dar miedo, y tener un diseño sugerente. Así que en una esquina está Alien y en otra esta tarántula con cabeza de Transformer y con un corazón capaz de repartir amor entre todos los niños del mundo cantando el “tenía tanto que darte, tantas cosas, que contarte”. No.

Todo esto, en fin, para dar mensajes, que la película tiene muchos y muy buenos, ya hemos dicho, si tienes ocho años. Con nueve, me temo, las cosas serán diferentes y es probable que con diez lo veas todo al revés. Por tener, tiene hasta uno sobre el duelo con esa escena de despedida con una medalla que recuerda a la de los Puentes de Madison, sólo que aquí acaba colgada del retrovisor de una nave espacial. De todo, muy sugerente.

Voy a maridar esta película con un vaso de Colacao y una magdalena. Dicho queda.

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